domingo, diciembre 11, 2005

Erase una vez...


una princesita que vivia en su reino. un dia en el patio del cole, sus amigas le dijeron que si queria encontrar a su principe azul, deberia besar a la rana adecuada. asi que, cuando llego el momento, salio en busca de su principito. por el camino encontro muchas ranas, pero a la que las besaba, ninguna se convertia el principe. el problema era que siempre se encariñaba con ellas y le daba pena dejarlas atras. un buen dia encontro una ranita muy bonita, de la que se hizo muy amiga, y con la que paso muchos dias y noches. llego el dia de besar a esa rana, y al hacerlo, la desilusion se apodero de los dos. la rana seguia tal cual,rana.
"No me importa- dijo la princesita- tu has llenado mi corazon como nadie lo habia hecho antes, quiero casarme contigo"
"Pero princesa- le contesto la rana- yo no soy mas que una rana de esta charca. somos diferentes, yo nunca podria hacerte feliz como lo hara el principe azul que te esta esperando. estare aqui siempre que me necesites, y nunca te olvidare, pero debes seguir tu camino"
la princesa se sento en el borde de la charca y dejo caer unas lagrimas
"ranita, puede que yo me vaya y siga besando ranas hasta que encuentre al principe azul, pero tambien puede que no lo encuentre. hay muchas ranas en el reino! lo que si se seguro es que nunca conocere a ninguna como tu, que me haga tan feliz como tu lo has hecho"
despues de decir esto, se levanto y siguio su camino.



o no.



y se quedo dandole la brasa a la rana hasta que la beso en el lugar adecuado y se convirtio en principe. y comieron calabacines y y fueron felices.

que cada cual se quede con el final que mas le guste;)

besitossss

SiL

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Existe un tercer final ... y la princesa se quedó con la rana, la cuidó, la mimó y le dió todo su amor ... y aprendió que muchas veces la búsqueda de un ideal te impide disfrutar de las maravillas que te rodean.
La princesa y la rana se amaron y descubrieron que lo importante en la vida es ser feliz, y no querer serlo, amar y no sólo desear ser amado, comprender y no buscar ser comprendido, disfrutar de lo que tenemos y no perdernos en un sinsentido. La rana no se convirtió en principe ... porque no era un principe ... era una hermosa rana. Pero ambos fueron felices ... princesa y rana y fueron capaces de amarse tal y como eran, sin querer que ninguno fuese lo que nunca podría ser ... y comieron perdices y mosquitos ...
Me encantan tus relatos Sil-via(gracias por compartirlos)
Anónimo2

TCHT Art dijo...

mmmme suena esta historia
y si la princesa se convirtiera en rana?
cnt tiempo puedes olvidar el resto dl mundo, q lo tuyo no es suyo, y viceversa?
no al especifismo! todos iwales!
bonito cuento
besitosss

Anónimo dijo...

¡a mi el final que mas me gusta es el propuesto por el anonimo! seria bonito que las historias fuesen asi en la realidad... ¡estefi! besitosss

Heike Nelken dijo...

si si, suerte que la princesa no se encontro con la sociedad protectora de animales y no la denunciaron por violar a la rana...

mostowoman dijo...

es que la princesa ERA de la sociedad protectora de animales jajaja. y la rana tb. :P

Anónimo dijo...

jajajaja
croak

Claudio dijo...

pues si, muy cierto....me ha gustado mucho

EL ENAMORAMIENTO.

Enamorarse en verano. Ya casi no cabalgan en mi memoria aquellos amores primeros, y hay que bucear en las aguas profundas del tiempo para volver a aquellos veranos. Éramos jóvenes, y aquellos años se nos antojan duros. Estábamos allí apoyados en la barandilla del alma de aquella chica, que nos sonreía con los ojos y mientras aquella enorme luna llena desparramaba su plata sobre la noche mediterránea. Reíamos y balbuceábamos sentados, y ella recogía su pelo con una perversión angelical que hacía que las estructuras del cuerpo temblaran como un andamiaje imposible.

El amor de verano se terminaba cuando ella volvía a Madrid. La vida volvía a fluir por el caudal de la rutina diaria de nuestra urbe, que luego con los años hemos logrado conocer bien, mal que nos pese. Se carteaba uno desde la distancia, pero aquella noche iba perdiendo el sabor a olas y salitre, que habían arrasado la calma veraniega de nuestra incipiente intimidad. Aquellas breves escaramuzas sentimentales dejaron hondas cicatrices en nuestra juventud perpetua, que es nuestra vida interior. Esos amores, ese rico bosque de pasiones, nobles y también oscuras, logró asentar muchos sillares de nuestra identidad con los que quizá vivimos sin darnos cuenta. Muchos de esos puertos interiores en los que atracamos nuestro corazón adolescente, son aquellos donde fijamos nuestras amarras definitivas, por donde fluye la rutina diaria, esa que nos parece tan diáfana, y que sin embargo, tiene más vueltas que el subconsciente de Freud.

El cruce de caminos de la juventud es bello en el momento, pero se decide entre los impactos que producen los meteoritos sentimentales que abordan sin piedad nuestra madera más íntima, que es la de nuestro corazón, quizá la joya de nuestra corona, la mayor de nuestras potencias vitales. Decidirse por un camino u otro en la vida, viene encerrado en los arpegios de la música que destila el corazón. El corazón, como decía Pascal, tiene razones que la razón desconoce. Decidirse por un camino u otro es una tarea durísima a la que sucumben los más duros machetes. No me gusta esa sonrisa irónica de muchos adultos que miran con desdén a los adolescentes. El precio para compartir nuestra intimidad siempre es alto, y el chaval o la chica que navega las aguas del merchandising actual lleno de slogans consumistas, lo tiene difícil. Mejor sería que escucháramos más y echáramos una mirada a nuestra adolescencia, para intentar descifrar los mensajes del corazón abierto de los jóvenes que se encuentran a nuestro alrededor.
http://cmartinezmockel.blogspot.com/2005/12/enamoramiento.html